Alrededor del concepto de nación se han desarrollado numerosos debates en diversos momentos históricos y bajo diferentes perspectivas teóricas. Algunos de estos planteos mantienen plena vigencia en la actualidad. Este trabajo se propone analizar uno de esos interrogantes, desarrollarlo a partir del pensamiento crítico de un autor y observarlo en su aplicación en un caso concreto. Tras haber sido tratado en trabajos anteriores, partimos de la base de reconocer a la nación como una construcción cultural de la modernidad. Se deja de lado, así, el concepto primordialista, que señala a la nación como una estructura natural de la identidad de las comunidades “... que se basa en unos orígenes étnicos o tribales, que le asigna un carácter de tipo natural y que se apoya en las etimologías.” (Dupuy. 2006: 2). Por el contrario, nuestro concepto de nación se apoya en un enfoque basado en su carácter “modernista”, presentado como una construcción europea colectiva acentuada históricamente a partir de la Ilustración (Ziegler. 1980). En esta ocasión traemos a debate el concepto de nación y, en particular, su actualidad en estos complejos comienzos del tercer milenio, a partir de dos cuestionamientos, uno de carácter político y el otro eminentemente cultural.