El mito de Hipólito se destaca en la mitología grecolatina debido al papel central del amor en su trama. El trágico destino de Hipólito, causado por el castigo de la diosa Afrodita, ha sido representado por varios dramaturgos a lo largo de la historia, siendo Eurípides el primero en abordarlo. Uno de estos dramaturgos fue el filósofo estoico Séneca, quien presenta la historia desde el punto de vista de Fedra, la princesa cretense y madrastra de Hipólito. Por otro lado, entre las problemáticas que abordó Séneca, el amor se trabaja en pocos fragmentos dentro de su obra filosófica y epistolar. Sin embargo, en su obra literaria ya recibe mayor atención, siendo este uno de los temas principales de varias de sus tragedias. Es importante reconocer el carácter didáctico de las obras trágicas del filósofo latino, las cuales (en contravía a las tragedias griegas) funcionan como textos propedéuticos para la enseñanza del estoicismo desde un punto de vista práctico. De esta forma, Séneca recurre a la retórica para presentar la lucha entre una ratio y un furor dentro del ser humano, al igual que su capacidad de diferenciar el bien del mal y alejarse de los vicios. Así pues, el presente texto tiene como objetivo responder cómo, a través de la tragedia de Fedra, Séneca conceptualiza su visión del amor como una pasión más. En efecto, la sintomatología de la protagonista y el uso de la terapia estoica por parte de su nodriza son elementos que no solo reflejan el propósito pedagógico del filósofo latino, sino también demuestran que el amor es una pasión que debe extirparse.