Voy a aprovechar el conflicto agrario que se produjo a comienzos de este año alrededor de la oposición de los diferentes sectores agrarios pampeanos a la aplicación de las retenciones móviles – la tan mentada Circular 125- para repensar algunas cuestiones de más largo alcance que nos viene preocupando en las ciencias sociales.
Para resumirlo rápidamente, me refiero a la capacidad de la agricultura campesina/familiar/doméstica para asegurar una agricultura sostenible en el contexto de nuestra estructura agraria.
Para abordar esta cuestión primero voy interpretar la posición adoptada por los productores familiares pampeanos en el conflicto en torno a la aplicación de las retenciones móviles que apuntaron particularmente a la producción sojera. Esto con el fin de poder situarlos en su relación tanto con el perfil productivo que defendían como con el resto de la estructura agraria regional.
Luego, y a partir de la interpretación de esos acontecimientos, intentaré someter a prueba la hipótesis según la cual la economía familiar supone una racionalidad económica ecológicamente sustentable y opuesta a una agricultura especulativa.