La obesidad resulta del desequilibrio entre el consumo y el gasto de energía. El gasto energético es determinante para el mantenimiento de la homeostasis energética. El gasto energético se determina: 1) en reposo, 2) por el efecto termogénico de los alimentos y 3) por la actividad física. La homeostasis energética se mantiene por el control del consumo y el gasto energético determinado en parte por la termogénesis en el tejido graso y mediado por el sistema simpático, contribuyendo también el sistema cognitivo y neurovegetativo, que controlan el apetito y la termogénesis. El control del consumo alimentario y del gasto de energía, se logra a través de un sistema de comunicación coordinado entre los circuitos cerebrales de gratificación y neurovegetativo, y las señales homeostáticas circulantes.