La violencia vicaria es una de las formas que toma la violencia por razones de género, una de sus caras más crueles y menos conocidas. Sus efectos no son directos por lo cual queda solapada bajo otros tipos y modalidades de violencia. Tiene varios rostros y su consecuencia más extrema y dolorosa es el femicidio vinculado.
Si correlacionamos la existencia de este tipo de violencias con la violencia directa sufrida por mujeres cis y trans, consignada en estadísticas oficiales y de distintas ONG, sabemos que muchos/as niños/as están en riesgo, pero no contamos en la actualidad con estadísticas específicas al respecto que den cuenta de los distintos niveles de riesgo.
Esta forma de violencia presenta la particularidad de que es muy difícil conseguir medidas de protección, y mucho más cuando quien ejerce la violencia es el padre biológico de los niños/as y se acusa a la madre de querer interrumpir el vínculo, ser mentirosa, cruel, mani puladora y mala madre, deseosa de venganza.
A pesar de los avances en la legislación argentina contra las violencias por razones de género, queda un largo camino por recorrer en cuanto a violencia vicaria y protección integral de mujeres y de sus hijos e hijas, como víctimas directas o indirectas de esta violencia. Por ello, el Estado debe de proporcionar medidas más fuertes de pro tección, que incluyan el apoyo a las víctimas y posibles víctimas de violencia vicaria. Asimismo, es fundamental partir de una educación en la que se conozcan bien este tipo de violencias y su gravedad. Y, en el ámbito judicial, que las sentencias sean reparadoras.