Desde que la actual Ley Federal de Educación se propuso acompañar las políticas de Estado iniciadas en 2003, uno de los rasgos más salientes fue fomentar la participación política de la juventud.
En consecuencia, los gobiernos que inauguraron ese período ininterrumpidamente hasta 2015, pusieron especial énfasis en el universo escolar, no sólo encargándose de actualizar los diseños curriculares, sino también de legislar el Voto Joven (Ley de Ciudadanía Argentina) en 2012, estimular la creación de Centros de Estudiantes para el Nivel Secundario (Ley de Representación Estudiantil) en 2013 y establecer el Día Nacional de la Juventud a partir del 16 de septiembre de 2014.
Ese tipo de decisiones ampliaron derechos y visibilizaron las demandas de los jóvenes que, ocupando el espacio público, fortalecieron los valores de la democracia, un asunto que había tenido su pu janza en el mandato de Raúl Alfonsín (1983-1989), comenzó a estar en crisis durante la gestión de Carlos Menem (1989-1999) y alcanzó su punto álgido de desinterés y violencia con la Presidencia de Fernando De La Rúa, quien habiendo asumido en 1999 debió dimitir a su cargo por las revueltas sociales de fines de 2001.
Iniciando este siglo, hubo un marcado interés por parte del kirchnerismo (2003-2015) para fortalecer las instituciones a través de la presencia de un actor político históricamente estigmatizado como la juventud, cuya participación en Argentina tiene una reconocida reminiscencia durante la década de 1970, especialmente en los grupos aliados al peronismo, como los adolescentes que fueron protagonistas y víctimas inocentes del episodio que se denominó la Noche de los Lápices, ocurrido en La Plata durante septiembre de 1976.
Precisamente, en la ciudad que es capital de la provincia de Buenos Aires existe una cultura que evoca permanentemente la tragedia, ya sea desde expresiones estéticas (murales, esculturas, monumentos, libros, audiovisuales, canciones), marchas alusivas en cada efeméri de, testimonios de sobrevivientes y familiares de las víctimas.
Con mayor o menor énfasis, todo ese legado suele llegar a las escuelas, variando su recepción según el tipo de gestión de las instituciones: las públicas lo recepcionan de un modo, las privadas de otro.