Este trabajo se propone tensar las cuerdas de dos aportes capitales dentro de la teoría feminista. Por un lado, la preocupación de Irigaray con respecto a la degradación ontológica de la potencia gestacional de la materia. Por otro lado, el giro ético de Butler en torno a la precariedad y la vulnerabilidad del cuerpo como condición ontológico de nuestra existencia indefectiblemente material. En cualquier caso, nos enfrentamos al carácter ek-stático de la vida material de los cuerpos, pues, para ambas autoras, todo cuerpo viviente se constituye a partir de otro/s irreductiblemente diferente/s. En este juego de cuerdas, el planteo buleriano afirma que nuestra existencia material siempre está abierta al otro/s y, por lo tanto, que los vínculos de interdependencia son necesarios para la vida. Desde otro ángulo, la pluma irigarayana permite concebir la multiplicidad y la heterogeneidad ontológicas de los cuerpos (intra e inter-especies),nunca coincidentes entre sí. Esto arrastra al planteo butleriano hacia la noción de interdependencia multiespecie y hacia la necesidad de reconocer las fuerzas mundanas y materiales (más-que-humanas) que nos constituyen. Asumir nuestra dependencia con otros cuerpos múltiples permite incrustar, tanto fluida como conflictivamente, las preocupaciones de Haraway en el marco de una genealogía feminista maliciosamente dispersada, así como dilucidar los complejos anudamientos entre los registros ontológico y político frecuentes en la escritura de Haraway.