El análisis de la comunidad indígena Emberá Dóbida en Colombia destaca la pintura facial y corporal como un sistema de representación simbólica que integra dimensiones sociales, espirituales y estéticas. Esta práctica es resultado de un proceso histórico de adaptación y resistencia frente a la colonización y los cambios sociales, reflejando su cosmovisión y su conexión con la naturaleza. Además, funciona como un medio para comunicar emociones, narrar historias y preservar valores culturales.
A lo largo de la historia, las prácticas indígenas han sido reinterpretadas y transformadas por influencias coloniales, llevando en algunos casos a la pérdida o resignificación de elementos culturales. Sin embargo, los Emberá Dóbida han logrado mantener y redefinir su pintura corporal como una forma de resistencia simbólica, asegurando la continuidad de su legado y facilitando el diálogo intercultural. Esta práctica desafía las narrativas hegemónicas y reafirma su identidad (Colombres, 2004).
La pintura corporal no es solo una expresión artística, sino un acto performativo que comunica roles sociales, estados emocionales y conexiones espirituales. Se enmarca en la Constitución colombiana, que protege los derechos culturales indígenas, y se estudia desde una perspectiva decolonial (Dussel, 1994), cuestionando la hegemonía occidental sobre el arte originario.
Además, el estudio explora cómo esta práctica se ha adaptado a fenómenos como el desplazamiento, la migración y la transculturización, manteniéndose como un soporte de memoria colectiva. En la actualidad, la pintura Emberá Dóbida sigue siendo un acto de resistencia frente al conflicto armado y la globalización, reforzando su identidad y transmitiendo conocimientos a nuevas generaciones.
En conclusión, este análisis contribuye a una mirada decolonial de las prácticas indígenas, valorando sus lógicas internas y desafiando interpretaciones externas, reivindicando su papel como saberes ancestrales y herramientas de preservación cultural. La pintura Emberá Dóbida trasciende lo visual; es un performance ancestral que actualiza su cultura, combate la aculturación y asegura la supervivencia de su identidad frente a la modernidad.