Un reciente libro publicado por el Foro Latinoamericano de Educación Musical (FLADEM, 2004), Hacia una educación musical latinoamericana, constituye un amplísimo muestrario de la diversidad de posiciones que pueden darse en el terreno de la educación musical.1 Y nos plantea un desafío, precisamente por esa diversidad. Porque la diversidad enriquece, pero no si es un diálogo de sordos o una elegante convivencia de posturas diferentes. Es importante, sólo si se toma conciencia de ella y se empiezan a discutir las contradicciones. Ser tolerante respecto a las posturas que están enfrentadas sin discutirlas no es ser tolerante, puesto que la verdadera tolerancia empieza cuando se convive respetuosamente con puntos de vista distintos, divergentes, opuestos y hasta inconciliables, sin esconder los desacuerdos. El laisser faire, laisser passer no es tolerancia sino omisión de responsabilidad en el debate imprescindible de qué es mejor para la sociedad a la que uno pertenece. Ser libre consiste precisamente en asumir responsabilidades, no en eludirlas. Voy a articular mi exposición sobre unos pocos puntos concretos, en la esperanza de poder provocar discusiones constructivas. Intentaré en esta oportunidad ceder la palabra a otros autores, disminuyendo las afirmaciones propias, ya suficientemente abundantes en mi reciente libro sobre cuestiones educacionales