Durante el siglo XX el cine fue uno de los medios masivos más eficaces para la constitución de una de las más esenciales características del mundo contemporáneo: la expansión de un mercado mundial de productos y consumos culturales generados en escasos centros de poder económico y político desde donde se impusieron gustos, valores e ideologías homogenizadoras a una inmensa variedad de culturas locales y nacionales. Pero también ha logrado ser un potente vehículo para la expresión y afirmación de culturas locales y nacionales que desgraciadamente permanecen fuera de las estructuras del mercado masivo.