La escuela actual tiene como encargo social la formación armónica y multilateral de las nuevas generaciones, basado en el desarrollo de una personalidad que se corresponda con los valores y la concepción científica del mundo, que más tarde se conviertan en sujetos capaces de trasformar y crear bienes materiales en beneficio propio y de la sociedad.
Pedagogos, psicólogos asumen el criterio de que es la escuela contemporánea la encargada de enseñar a los educandos orientarse de manera independiente sobre la búsqueda y utilización de la información científica y su puesta en practica, acorde a la exigencia que demanda la sociedad, enseñándolos a pensar sobre la base del pensamiento teórico contemporáneo.
Dada la importancia surge las interrogantes:
¿Están aptos los educandos para enfrentar y vencer las exigencias de estas escuelas?.
¿Cómo desarrollar en los educandos las capacidades intelectuales logrando que las apliquen exitosamente? Este encargo social de la escuela común es una tarea que exige de mayor reflexión y adquiere mayor dimensión cuando es propuesta a la escuela para niños y niñas con necesidades educativas especiales en la esfera intelectual, cuando comprobamos que no todos están en condiciones para enfrentar y vencer las exigencias del currículo, pues no avanzan o son lentos en el aprendizaje y en su desarrollo general, provocados por diversas causas, necesitan apoyo para escalar nuevos estadios o cumplir los objetivos educativos trazados, son los que por sus particularidades personales o sociales se enfrentan a considerables obstáculos para cumplir metas.
Los centros escolares y los educadores deben facilitar los medios y condiciones para que estos avancen en la medida de sus posibilidades y potencialidades, por legro de los fines generales planteados en el ambiente más natural, normalizador, menos restrictivos y más desarrollador posible.