Es conocido que, por intermedio de la leche, se trasmite una serie de bacterias causantes de enfermedades y de otros efectos perjudiciales para el hombre. Con estos conocimientos es de extrañarse sobremanera que no todos los países tengan un contralor eficiente para asegurar la propiedad inocua de la leche de expendio. Numerosos países se han limitado a realizar un contralor físico y químico del comercio de la leche. Es indudable que estos procedimientos son de importancia práctica, pero protejen, al consumidor únicamente, de los perjuicios comerciales, evitando la adquisición de leche adulterada, pero no lo protejen de la adquisición de leche perjudicial para la salud. Habría que deducir que los países que han decretado disposiciones sanitarias minuciosas sobre el comercio de la carne, adoptarían después, análogas disposiciones sobre el comercio de la leche.