Cuando la literatura ha dejado de interrogarse sobie su esencia y se define como una convención social, dado qte se considera literatura aquello que una sociedad lee como tal en una época determinada, cabe preguntarse por el imaginario que circula en dicha sociedad o por los diferentes imaginarios en conflicto que permiten identificar determinado artefacto lingüístico con una obra literaria y ubicarla en la alta líteratura o en la literatura baja. Cuando la literatura ha dejado de ser una esencia para ser una ocurrencia, la clausura de la pregunta que presidió debates tanto del romanticismo como del formalismo ruso da entrada a la figura del lector. Se podría observar que si la exaltación de la figura del autor se corresponde con el entusiasmo moderno por el individuo, el estudio de la recepción se corresponde con el entusiasmo posmoderno por el mercado. Del autor al texto y del texto al lector serían los hitos del itinerario recorrido por la crítica literaria entre fihes del siglo XIX, comienzos del XX y fines del XX.