El campo filosófico argentino tiende a profesionalizarse hacia fines de la década del diez, en un contexto de fuerte efervescencia intelectual ligado a las repercusiones de la Primera Guerra Mundial y el inicio de la Reforma Universitaria. El presente trabajo reconstruye la disputa, producida en esos años decisivos, entre quienes adhieren a una filosofía positivista y quienes se proponen introducir las nuevas corrientes antipositivistas, para luego concentrarse en el intento de la “reacción antipositivista” de establecer una formación filosófica que se preocupa fuertemente por las cuestiones estéticas y éticas, y trama una estrecha alianza con la literatura.