Las plantas cultivadas o cultígenos constituyen la principal herencia que recibimos del hombre primitivo y este patrimonio contribuyó en buena medida al desarrollo de la Humanidad.
La historia de los cultígenos forma parte de nuestra propia historia.
Fueron creados por el hombre y lo acompañaron hace milenios. Tan estrecha es la relación que los cultígenos han perdido la capacidad de multiplicarse por si mismos y necesitan en forma imprescindible de la mano del hombre, que los siembra o planta, para sobrevivir.