La literatura infantil y juvenil (LIJ) constituye un género de escritura muy particular que ha desarrollado en las últimas décadas una nutrida historia en torno a la producción y circulación del libro. Intervienen en ella, por cierto, escritores y editores: pero no sólo ellos. Todo un mundo de figuras y funciones gira en torno al libro infantil y juvenil en pos de la conformación de un canon y su legitimación. En lo que se refiere a la LIJ argentina, varios son los hitos fundacionales de lo que constituye hoy el canon, la legitimación y circulación de producciones nacionales en el mundo. Si bien estos hitos genéticos de mayor envergadura son más visibles en los últimos años, el proceso de gestación inicial acaeció, con más visibilidad y de un modo paulatino, un par de décadas anteriores al golpe militar de 1976. Pero fue desde la democracia instaurada en los ochenta, que se sucedieron acciones en continuo avance y diálogo con centros mundiales y reales gestiones con desplazamientos físicos de figuras a los nudos de interés: gestiones de la periferia para ser mirada y reconocida por el centro y para que las producciones argentinas circulen por Latinoamérica y Europa.