El sentido amplio del término escatología está explícitamente elaborado en la poesía de Píndaro y sigue los lineamientos dados por la tradición poética anterior. El sentido restringido, en cambio, es objeto de controversia. Resulta curioso que, cuando se estudian los diversos fenómenos de la religión griega antigua, Píndaro aparezca sistemáticamente como testimonio para los cultos de misterio y las concepciones del individuo desarrolladas a partir de esos círculos, concretamente, la concepción del origen divino del hombre y de la inmortalidad del alma, en atención precisamente a la Olímpica 2 y a los fragmentos consignados. En la crítica especializada sobre Píndaro las cosas se dan de otro modo: estos textos aparecen casi aislados del resto del corpus, sobre todo por su extrañeza, su carácter fragmentario y por la dificultad que históricamente han planteado a la hora de integrarlos en una interpretación de conjunto de la obra pindárica. En general, se explicaban con referencia a los destinatarios y a la ocasión particular que imponía al poeta el desarrollo de una temática ajena a lo que se entendía como sus intenciones habituales. Esta perspectiva, derivada del historicismo, centrada en la persona del poeta, fue reemplazada progresivamente desde los estudios retóricos de Bundy (1962), que han conducido al replanteo actual sobre el carácter de las convenciones o topoi de los epinicios en el contexto de la ocasión de la victoria, un elemento central en la crítica pindárica.