El presente estudio abarca el período 1840/1920, y aunque se intenta reconstruir el aporte vasco a la Argentina el análisis se circunscribe específicamente a ciertas zonas de la provincia de Buenos Aires. Los límites no son arbitrarios; la fecha inicial marca el comienzo del arribo grupal de los vascos1 y, de alguna manera, la aparición de fuentes confiables para rastrearlos. El corte es más difuso y está directamente ligado al debilitamiento del flujo de inmigrantes a la Argentina. Comprenderemos como 'vascos' a las personas provenientes de las cuatro provincias históricas peninsulares (Navarra, Vizcaya, Guipúzcoa y Alava) y de las tres continentales (Laburdi, Zuberoa y Benabarra). Pese a los vaivenes políticos atravesados por el milenario pueblo que provocaron intermitentes desencuentros entre sus habitantes, consideramos que éstos guardan -a lo largo de casi todo el período a estudiar- una idiosincracia y bagaje cultural singularmente homogéneos respecto a los pueblos que los circundan. Esta agrupación -sólo analítica- se ve reforzada por la opinión generalizada que tuvieron -y tienen- una mayoría de los inmigrantes euskaldunes en la Argentina respecto a sus paisanos.2 Incluso en el caso de Navarra, queda políticamente separada de las otras tres provincias vasco-continentales en la segunda década de este siglo. Los vascos son un grupo nacional reducido -si se le compara con italianos y españoles-, que llega disperso en el tiempo pero participando en todas las oleadas desde la época colonial y que ha marcado influencias profundas en la sociedad rioplatense. Sin olvidar a los que llegaron entre los conquistadores, los primeros grupos significativos arriban en el último cuarto del siglo XVIII; en su mayoría comerciantes que buscaban beneficiarse de las medidas borbónicas. Posteriormente y compartiendo los honores de portar el 'novedoso' y rentable oficio de pastores con irlandeses y franceses, llegan desde 1840 los vascos que denominamos tempranos. Pastores y tamberos, pero también empleados en barracas y saladeros, carreteros, zanjeadores o ladrilleros, era común encontrar a aquellos pioneros euskaldunes en distintas zonas de la provincia bonaerense. Inmersos en las cifras de la emigración masiva, continúan arribando hasta mediados de 1920.