El escritor argentino Julio Cortázar, motivado por cuestiones estéticas (la aprehensión del diferentes técnicas artísticas) y por cuestiones éticas (la ascensión del gobierno peronista en Argentina), se trasladó a Francia en 1951. A lo largo de su carrera ha recibido varias críticas de sus contemporáneos debido a su admiración por Europa y por haber dejado su país. Sin embargo, Cortázar nunca se olvidó de mirar America Latina, sus obras representan la hibridación de las culturas y desplazan la dependencia de los países latinoamericanos delante la Europa, transformando al intelectual latinoamericano en una especie de mediador entre las culturas. El objetivo de este trabajo es discurrir sobre el lugar del artista y intelectual latinoamericano ante la cultura europea y, como esta cultura puede acercarlo y alejarlo de su país de origen. Para esto, abordaremos la conflictiva relación de Cortázar con algunos de sus compatriotas que criticaron sus posicionamientos políticos y su admiración por Europa.
Cortázar hizo del viaje a Europa un modo productivo de pensar la sociedad argentina y catalizar su tradición, demostrando el “entre-lugar” del intelectual latinoamericano en que, tal como es definido por Silviano Santiago, el modelo sirve de parámetro para la rebeldía y la transgresión.