Las dos últimas décadas del siglo XIX fueron un momento de grandes convulsiones y de aceleración del ritmo de cambio social. Fenómenos como la tecnología, la urbanización, el secularismo y la democracia transformaron radicalmente, y en pocos años, la vida de millones de personas al igual que sus concepciones más fundamentales. Un inédito debate por la cuestión de lo social tuvo lugar tanto en las casas de estudio universitarias como en el público en general. Gabriel Tarde fue uno de los que hicieron frente a este debate. La sociología de Tarde partía de la relación inter-psicológica que se produce entre los sujetos que conforman un colectivo social. La relación inter-psicológica entre estos individuos delimita una unidad coherente. La imitación, concepto clave en este paradigma, implica la transmisión y copia, entre los miembros de un grupo social, de una forma de pensar, hacer o sentir. Las conductas e ideas son imitaciones de conductas e ideas que hay por miles; estas imitaciones dan lugar a oposiciones destructoras o adaptaciones armónicas bajo la forma de invenciones.
Tarde construyó un edificio intelectual que negaba la radical separación entre individuo y sociedad para definir aquello que constituye lo social. Allí deseos y creencias articulan, componen y descomponen, a los individuos y las estructuras sociales.