El problema de la doble contingencia puede reclamar para sí una jerarquía especial entre los problemas y preocupaciones característicos del ámbito de la teoría sociológica.
Para explicar los modos en que tiene lugar la estabilización de relaciones de cooperación entre los hombres es necesario dilucidar el funcionamiento de los mecanismos que, si bien no anulan, al menos desplazan, posponen o absorben el potencial conflictivo que es inherente a la situación de doble contingencia en que tiene lugar el encuentro entre alter y ego. El orden constituye un problema teórico fundamental, toda vez que se parte de la premisa de que si no mediaran tales mecanismos ordenadores (coordinadores) se vería actualizado este potencial de conflicto; estos mecanismos neutralizan provisoriamente el enfrentamiento y posibilitan la cooperación La tradición heredada de los clásicos señaló la importancia de las representaciones colectivas, los valores compartidos, la moral, la cultura, etc., que bajo la forma de máximas, normas o expectativas limitan las posibilidades de acción de los hombres favoreciendo el establecimiento de relaciones de cooperación. También se refirió al poder, la dominación, la sanción o la amenaza de violencia, ya que la asimetría en la disposición de los recursos dota a determinados individuos y grupos de la capacidad de forzar a otros a llevar a cabo determinadas actividades y disuadirlos de perturbar el orden establecido. Sin embargo, toda vez que el ejercicio del poder se ve necesitado de alguna forma de legitimidad para estabilizarse como mecanismo coordinador de las relaciones humanas, la tendencia dominante ha hecho prevalecer los factores simbólicos, significativos o del orden del sentido por sobre aquellos que podríamos denominar coercitivos.