Indagar la relación entre dos conceptos tan próximos en su constitución y divergentes en su progresión, invita a reconstruir una serie de peculiaridades que pueden oficiar como mínimo contexto a la problemática que estas líneas plantean. La primera aproximación alude a la copresencia de los dos conceptos en la prosa de un mismo autor: Emmanuel-Joseph Sieyès. Fue necesario esperar simultáneamente a otros dos referentes, para que las nociones adquiriesen un estatus conceptual más o menos definido, y comenzasen a abrirse paso en el titubeante camino de las sciences de l’homme. Auguste Comte hará visible una creación conceptual que sellará su trascendencia en el linaje de la disciplina: la palabra sociologie. Pierre Leroux pondrá su rúbrica para la otra: socialisme.
La huella de Saint-Simon enlaza a estos dos autores. Comte como secretario y asistente. Leroux como una de las caras visibles del saintsimonismo agrupado en torno al periódico Le Globe lo reconoció como indiscutido «maître». La larga estela que nos conduce a Émile Durkheim está repleta de acontecimientos históricos y nombres propios. Sin embargo Durkheim reconoce un tronco común en la obra de Saint-Simon que amerita consideraciones detenidas. La lectura durkheimiana ofrece una singular aproximación que advierte al lector actual sobre una operación efectuada por el pensador de los hechos sociales. Si tal como el autor reconoce, en los desarrollos de su antecesor se despliegan germinalmente la filosofía positiva, la sociología positiva y el socialismo ¿por qué considerar este último no como una aproximación teórica de igual calibre que las anteriores? ¿Por qué reducirlo sólo al estatus de un hecho social? En este interrogante marco se desarrollan las preocupaciones que este escrito se propone tratar y que podríamos desagregar en estas subdimensiones.
En primer lugar, analizar la importancia que Durkheim asigna al bosquejo metodológico saintsimoniano en términos de la fisiología social y sus connotaciones políticas.
En segundo lugar, advertir la manera en que la reflexión sobre la sociedad industrial que Durkheim reconoce en su antecesor, cifra la interrogación sobre las condiciones de posibilidad de las sociedades modernas en términos de solidaridad. Finalmente, pensar las justificaciones durkheimianas para descartar cualquier homologación entre socialismo y sociología, como empresas igualmente considerables tanto en términos teóricos como políticos.