Baltasar Castiglione, noble caballero emparentado con la casa de Gonzaga, brilló por la armoniosa desenvoltura de sus aptitudes. Estudió latín con Jorge Mérula, griego con Demetrio Chalcondilas y perfeccionó sus letras con Beroaldo el Antiguo. Hombre de armas y letras, tuvo a las Cortes por academias adquiriendo ilustre ventaja así en las artes caballerescas como en las doctas lenguas, en los primores de ingenio como en las misiones de Estado. Los Señores de Mantua, Milán, Urbino, y el Pontífice romano apelan a sus servicios. Las Cortes de Inglaterra, Francia y España lo reciben de embajador. Los hombres más esclarecidos de su tiempo, Lucio Marineo Sículo entre tantos, gozan de su amistad. Rafael pinta su retrato y lo estima el mejor juez de sus obras. Victoria Colonna recibe el manuscrito de su Cortesano. Carlos V lo juzga "...uno de los mejores cavalleros del mundo", Julio Romano diseñó su tumba y Pietro Bembo compuso el epitafio. La actuación prominente de Castiglione, sus cartas, la historia, el arte, y su admirable Libro del Cortesano, lo señalan entre las figuras más significativas de su tiempo.