En distintas narraciones de Castellanos Moya se lee lo que una parte de la crítica ha llamado el discurso cínico: en una puesta de escena postrevolucionaria el autor se vale de sus personajes para crear un discurso descarnado, apátrida y contestatario que trasciende las nociones de nación y se encarna en una serie de costumbres y ritos culturales. Tal es el caso del personaje principal de la novela El asco. Thomas Bernhard en San Salvador (un migrante que vuelve por poco tiempo a San Salvador): sus opiniones limitan con la desmesura; en dicha desmesura, la violencia de la voz parece sobrepasar la noción de cinismo para desbordar en un discurso que pareciera erigirse violentamente en sí mismo.
Analizar los bordes del texto, así como los modos discursivos de los que se vale el autor para trabajar la violencia en el lenguaje, permite rastrear el modo en que se dan los acondicionamientos narrativos para tratar de señalar los procedimientos utilizados. Para ello me remito primero a un cuento “inaugural” de la narrativa del Castellano Moya, para después fijar como, en un giro que tiende a traspasar los límites de la “ficción”, el autor propone en El asco.
Thomas Bernhard en San Salvador otra manera de concebir su narrativa (que ha sido caracterizada por el trabajo con la violencia), y como a su vez opaca el trabajo entre imaginación y creación, que son constantes en la obra del salvadoreño, para trabajar con la oralidad y cierta realidad política de posguerra de su país. Para ello propongo algunas reflexiones que se vinculan a la creación de caracteres y tipos narrativos, enfatizando el análisis de un discurso que pareciera en primera persona, así como la construcción del verosímil y la problematización del suceder narrativo desde el exergo mismo.