Entre 2002 y 2005 la recomposición de las relaciones sociales capitalistas apareció como el principal problema para el gobierno de Duhalde y de Kirchner. Restablecer las condiciones para la acumulación y la reconstrucción del poder de estado fue la principal tarea que debieron afrontar. La política exterior no escapó de esa necesidad.
La recomposición de las relaciones sociales capitalistas demandaba solucionar, a nivel exterior, el default de la deuda y generar mejores condiciones para la inserción de los capitales de origen local en el mercado mundial (Bielsa, 2006). Así, la política exterior argentina (PEA) post 2001 tuvo en su origen la urgencia de recomponer las relaciones de explotación y dominio. En este sentido, la PEA se puso en función solucionar problemas internos (Busso, 2006; Simonoff, 2007, 2009, 2010; Bologna, 2010; Colacray, 2006; Bielsa, 2006). A nivel de la política exterior estas condiciones se manifiestan de modo fetichista como una política de la autonomía heterodoxa (Simonoff, 2007 y 2010) o relacional (Colacray, 2006; Bologna 2010; Tokatlian y Russell, 2002). Desfetichizar el carácter autonómico (heterodoxo/relacional) de la política exterior de Kirchner es el objeto de este trabajo. Para ello lo primero que se realizará es una brevísima comparación entre la PEA de Menem y la de Kirchner para así comprender la especificidad de la PEA del segundo.