En el presente trabajo de investigación se sostendrá lo siguiente: Torres Naharro es un escritor de piezas teatrales y Torres Naharro es un hombre de teatro. No se trata aquí de una redundancia, pues: «Si el teatro es teatro, lo es solamente cuando se realiza como ceremonia en el momento de la representación. Los textos que conservamos no son más que literatura dramática que guarda en su interior una virtualidad de representación, una posibilidad de llegar a ser teatro». (Hermenegildo, 1990, 10). Sin embargo, si no conocemos, o intentamos suponer, aquello que puede haber sido la representación, difícilmente lograremos abarcar el significado profundo que estos textos implícitamente arrastran consigo. Optamos, por lo tanto, por el término contigüidades y éstas en Naharro son muchas: lo culto y lo popular comparten espacios contiguos, la representación misma se realiza en una contigüidad espacial, la intertextualidad medieval y renacentista contiguamente se expresan en la escritura dramática. El teatro es un ejemplo perfecto de unión entre distintas formas de producción cultural ya que utiliza conjuntamente varias formas de comunicación. Como tal se convierte en un objeto de estudio privilegiado del hecho dramatúrgico a comienzos del s. XVI.