La poesía de Benjamín Prado se inscribe en un marco programático que define el contorno de sus palabras: poemas que, gracias a la construcción deliberada de un estilo de escritura, se acercan a problemáticas diversas que se extienden y ramifican en la escritura, como un rizoma. Prácticas escriturarias y tópicos reiterados colaboran en la construcción de un programa poético que se sostiene en los ojos del lector. La oposición no excluyente naturaleza/urbanismo cobra fuerza en esta obra, resignificando espacios e inscribiendo la particularidad de esta poesía en la intersección y confluencia de elementos pertenecientes a dos mundos diferentes. El espacio urbano se resignifica, mediando con espacios naturales, instaurando la poética de Prado en una zona de frontera productiva que valida la originalidad de sus palabras.