Se propone una reflexión en torno a las diferencias que Perlongher percibe entre la producción de una escritura “en académico” (cuya obligación contractual sustentaba su “frugal manducar”) y la expresión poética como forma del éxtasis (como una manera de dar forma a la fuerza de la deriva). Se tomarán como punto de partida los ensayos compilados en Prosa plebeya bajo el rubro “Antropología del éxtasis”, escritos entre 1990 y 1991; asimismo, las entrevistas concedidas en la etapa final de su vida (1991-1992), reunidas en Papeles insumisos.
Si en la “Introducción” de La prostitución masculina, Perlongher denominó a la antropología como una “ciencia de lo sutil” (contrapuesta a la rigidez técnica de la sociología, la estadística moral), en la última de sus entrevistas, la definió como “una forma bastarda de realismo”, claramente relacionada con lo literario. La articulación entre antropología y literatura no es nueva, baste recordar las experiencias de Leiris, Carpentier, Arguedas y, más recientemente, los tanteos de la antropología poética chilena. Relaciono la singularidad perlongheriana a la constitución de territorios afectivos, cartografías de estados de ánimo, a través de una escritura barroca, barrial, barrosa, en la que los avatares de poeta y de profesor cohabitan el mismo escenario.