Se analiza la lucha fratricida entre Pedro I y Enrique II de Castilla a la luz del “Cuento de los Reyes” inserto en El Victorial, de Gutierre Díaz de Games, y de las Crónicas de Pero López de Ayala. En el transcurso de una guerra civil, inscripta en un conflicto aún mayor, la Guerra de los Cien Años, dos reyes luchan por la misma corona. Ya que Pedro I tiene un origen claramente legítimo, los cronistas, favorables al usurpador Enrique, deben crear para éste una legitimidad, basada en este caso en la denuncia del profundo daño que causa al reino la notoria inconducta del rey legítimo. Una vez perpetrado el doble crimen que significa el asesinato de Pedro a manos de Enrique ―a la vez fratricidio y regicidio― se ejerce la violencia en su función fundacional, instaurando a la vez un nuevo reinado y una nueva dinastía. Por otra parte, lo que sucede en la cúspide de la sociedad se repite en otros niveles, ya que en la guerra civil también se cometerían fratricidios, porque el enemigo no es el Otro, sino un Igual.