En este trabajo se ha tratado de enlazar dos temas controvertidos de la historia económica argentina» Tanto del empréstito Baring cuanto de la crisis de 1826 se han considerado aspectos parciales pero no han sido vistos como partes de un mismo proceso inflacionario que ambos por separado no alcanzan a explicar enteramente. No se ha acertado en presentar a la contratación del primer empréstito externo y a la primera crisis posrevolucionaria como manifestaciones de la deformación estructural de la economía porteña, insertas en un proceso político expresivo del reordenamiento de las relaciones de fuerza entre diversos sectores de las clases dirigentes, que mostraban a su vez diferentes proyectos cuya factibilidad era puesta a prueba por una realidad de difícil manejo. El triunfo del federalismo porteño se erigió sobre esas luchas porque daba una respuesta más adecuada a los múltiples intereses en juego, en tanto que los unitarios, como lo mostró la revolución de 1828, ya ni por la fuerza serían capaces de imponerse.