La Donación y trasplante de órganos, su instalación en la sociedad en general y en el escenario de la salud pública en particular, se impuso definitivamente en la última década del siglo XX, a partir del descubrimiento de las drogas inmunosupresoras (que inhibe el rechazo del órgano ajeno en el cuerpo del receptor).
A lo largo del siglo mencionado, fue superando una a una todas las imposiciones biológicas y técnicas que se le fueron presentando, hasta llegar a constituirse en una práctica frecuente, habitual, y como último recurso de vida para determinadas patologías.