Comenzamos nuestro trabajo en torno a la temática del Cuerpo hace ya más de cinco años, en un encuentro que devino en otros hasta hoy renovados. Nos dimos a la tarea que llamamos “pensando con el cuerpo”, entramando nuestras experiencias singulares desde diferentes prácticas.
Nos condujo la pregunta ¿Qué es un Cuerpo? con la idea de poner en cuestión la dicotomía entre Cuerpo y Pensamiento que las perspectivas dualistas de ciertas corrientes de la filosofía mantienen, desde Platón hasta Decartes.
Fue Spinoza quien nos abrió a otro modo de articular el cuerpo y el pensar, articulación que no sólo no los separa, sino que los afirma como dos atributos que se expresan juntos en la materialidad de las singularidades que los encarnan. Podríamos decir que la humanidad se expresa en dos lenguas diferentes: en lo extenso, en la intensidad de la potencia de lo que sus cuerpos obran o pueden y en el pensamiento, en virtud de las ideas que producen. Y así Spinoza nos introduce en la perspectivas de los “cuerpos intensos” en tanto ellos son materia afectiva: afectante en cuanto son causa de lo que producen y materia sensible, afectada por los afectos que padecen en su relación con otros cuerpos.