1962: en una mesa del Tortoni, la entrevista realizada para la revista Leoplan a una figura ya mítica en el campo de la edición y la novela popular como es Eduardo Zamacois ofrece un recorrido por la vida de este hombre que está redactando sus memorias, donde desfilan, entre otros temas, los inicios de las novelas semanales que él creó, y una infinidad de anécdotas sobre los escritores españoles que conoció a lo largo de sus 84 años (para esas fechas). En el cruce entre entrevistador y entrevistado es posible asomarse además a un campo de lectura que los dos comparten, desde distintas orillas:
geográficas, generacionales, culturales. Estos encuentros entre “un hombre que se va” y un joven escritor llegado de su Santa Fe natal para arraigarse en Buenos Aires son también un testimonio de lo que los años 60 hacen posible: la convivencia de intereses y curiosidades compartidas, la coexistencia de tradiciones y modernidades entre las páginas de una revista cultural destinada a un lector masivo.
El autor entrevistado, ya lo dijimos, es Eduardo Zamacois. El joven escritor -aquí duplicado en periodista- es Francisco Urondo.