El genocidio nazi no siempre ha sido pensado y recordado como se lo hace en nuestros días. Claramente existe en el imaginario colectivo una memoria del Holocausto tejida, no sólo por los testimonios de los supervivientes, sino también por las imágenes creadas por los medios de comunicación y el arte de las últimas décadas. Pero no fue sino hasta el espectacular juicio a Adolf Eichmann en el año 1961 que comenzaría a cobrar fuerza lo que tanto Baer como Huyssen identifican como un proceso de universalización y reconocimiento específico del Holocausto/Shoah como fenómeno único en la historia de la humanidad. Al mismo tiempo, las representaciones cinematográficas del genocidio nazi han crecido tan abrumadoramente en número, que hoy constituyen para muchos prácticamente un género particular.
Durante las primeras dos décadas de la posguerra, sin embargo, la situación era totalmente opuesta, pues este fenómeno traumático no había suscitado un gran interés, sufriendo una cierta “invisibilización” en el cine. Por eso creemos interesante acercarnos a las representaciones cinematográficas de los campos de concentración durante esa época en la cual el genocidio nazi no era considerado (al menos no de manera dominante) como un hecho singular ni se había divulgado masivamente. En dicho contexto, se distinguen tanto las representaciones ficcionales como documentales y las particularidades de las diferentes miradas de los realizadores, es decir, atendiendo a qué se elige representar, cómo se lo hace y desde qué posicionamiento.