Una de las características constitutivas del arte del siglo XX en América Latina ha sido el constante intercambio cultural instaurado entre las naciones que componen la región así como también en su vínculo intercontinental con Europa. Esto se ha dado, en el primer caso, por un interés en establecer una identidad latinoamericana, siguiendo el ideal panamericanista originado en el pensamiento de los próceres de América del Sur, como por ejemplo José Gervasio Artigas, Simón Bolívar y José de San Martín, y se manifestó también en el ámbito de la estética. En segunda instancia, esta reciprocidad se observa en los traslados de los artistas hacia otras latitudes, especialmente Europa, con el fin de recibir una formación artística e interiorizarse de las novedades allí introducidas en la disciplina por ellos ejercida. En tercer lugar, como ocurriera de manera especial con los cineastas latinoamericanos durante los años sesenta y setenta, la interrelación entre lo nacional y lo foráneo se produjo a consecuencia de una necesidad de refugio contra la persecución política, y como una estrategia para la continuidad artística. Esto provocó que el desarrollo de la literatura, la pintura y la cinematografía se enfrentara a modificaciones en la concepción sobre la identidad nacional, y en la proyección estética, produciendo una suerte de aleación cultural.
A través del presente trabajo nos proponemos entablar una vinculación entre las décadas del veinte y del sesenta, en base a los viajes al exterior realizados por pintores, escritores y cineastas latinoamericanos, a través de los cuales se instalaron en tierras foráneas, transformando como dijimos tanto las perspectivas estéticas manifestadas en sus obras artísticas, como también su concepción acerca de la identidad nacional y regional. Tendremos en cuenta la existencia de dos abordajes diferentes de la experiencia del viaje artístico inmigratorio: en primer lugar, haremos referencia a las variaciones identitarias promovidas por los artistas plásticos y escritores de América Latina que se trasladaron durante los años veinte a diversos países europeos para el enriquecimiento en su formación estética, entablando una fusión entre la cultura nacional y la extranjera. De ese modo, serán entendidos como antecedentes culturales de lo que derivó más tarde en las experiencias de transformación política y social de los realizadores del Nuevo Cine Latinoamericano a fines de la década del sesenta, como resultado de la persecución política que les obligó a desarrollar sus ideas estético-ideológicas iniciales en contextos geográficos y políticos disímiles. De este modo analizaremos las formas en que el exilio político de estos cineastas promovió nuevas propuestas identitarias y estilísticas.