La ponencia propone problematizar el paradigma de la normalidad implicado en los discursos pedagógicos centrados en el reconocimiento de la diversidad, puestos en circulación a partir de mediados de la década de 1980 en Argentina. Tomamos como punto de partida el surgimiento de los discursos pedagógicos normalizadores en el siglo XIX, donde se determinó y prescribió un tipo de comportamiento y grado de educabilidad natural y esperable.
Normal es, siguiendo a Canguilhem, el término por el cual se va a designar el prototipo escolar y el estado de salud orgánica. El desvío o la transgresión a la norma hizo posible producir y clasificar a los sujetos bajo nominaciones de monstruosidad, degeneración, peligrosidad e indocilidad, delimitando a las infancias y juventudes anormales. En este sentido el saber pedagógico se constituyó en relación al saber médico, jurídico y psicológico, como el fundamento central de la escuela moderna. Resulta significativo mencionar que es en este período cuando la escuela comenzará a aplicar tecnologías de modo de definir los destinos del alumnado. Como señala M. Foucault el anormal es un tipo de niño, no un enfermo, es alguien sumergido dentro de la propia infancia normal. Sin embargo, en las últimas décadas del siglo XX, tanto en plano social como en el académico, surgieron miradas e iniciativas que han puesto en cuestión el poder normalizador. Así, tanto el movimiento de personas con discapacidad como, por ejemplo, los estudios e investigaciones realizadas en el marco de los disability studies, han irrumpido en la arena pública, denunciando los discursos y las relaciones de poder que mantienen a grupos e individuos en situación de opresión, desigualdad, invisibilización que los priva de una participación social e interlocución plena. Estas demandas han dado lugar a una reflexión crítica sobre los discursos pedagógicos centrados en la atención a la diversidad que, en términos generales, abordan la relación pedagógica a partir de concepciones como las de tolerancia, aceptación, integración, donde Uno tolera y el Otro es tolerado, el normal se contacta con el anormal que es el diverso, lo cual deja intacto, inconmovible, al paradigma de la normalidad.