El guerrero del antiguo Japón consideraba a su katana (Sable) como un objeto valiosísimo, sagrado, al cual tributaba respeto y hasta veneración, pues simbolizaba la justicia, el coraje, la benevolencia, la cortesía, la veracidad, el honor y la lealtad, es decir, todos los valores más elevados que constituían el espíritu de la tradición japonesa. La palabra Samurai significaba “El que sirve” o “Servidor”, pero con el perfil de un guerrero estratificado jerárquicamente en una casta especial, y movido por intereses que se hallaban más allá de sus propias conveniencias; su propósito: defender el honor y las posesiones de un señor feudal en el Japón medieval.