Existen claras afinidades y rasgos isotópicos en el empleo del lenguaje simbólico que, para la expresión del conocimiento experimental de la realidad divina, utilizaron los cabalistas del círculo del Zohar de la segunda mitad del siglo XIII español y, en pleno siglo XVI, San Juan de la Cruz, el primer carmelita descalzo. Tanto éste como aquellos compartieron un modelo común de conocimiento, centrado en una gnosis visual de Dios, y un profundo interés no sólo por la comprensión del sentido último de su voluntad, sino por una propedéutica que condujera a los iniciados en los secretos de la fe a adherirse a aquella a partir de la experiencia. Ahora bien, el privilegiado status simbólico que comparten estos espirituales se resume en la figura del maskil, el “iluminado” o “sabio lleno de ojos” de la tradición cabalística, que proponemos, en este primer acercamiento intertextual, desde una lectura pertinente de Zohar, vol. II, 98b, en el contexto del “discurso del Anciano” de la sección Mishpatim de este texto central de la Cábala.