La concordia está fundada, de acuerdo con Cicerón, en la objetividad universal que representa la superación de la multiplicidad relativista. La gloria es en este marco el premio para el buen gobernante que sacrifica su vida por la patria. El pacto, en cambio, cimenta la unidad en un acto voluntario. El gobernante es el táctico que cumple con habilidad lo pactado. La unión de ciudadanos no es el fruto de la concordia sino del poder, sólo consiste en cumplir lo pactado; por consiguiente no es necesario honrar a nadie ni otorgarle gloria.