En Algo más que mercachiles, Julián Carrera recoge y enriquece la imagen ofrecida por la renovación historiográfica y nos propone considerar a las pulperías como el último de los muchos eslabones que permitían que bienes provenientes de ultramar o de otros puntos del imperio español llegaran a los lugares más recónditos del ámbito rural, abasteciendo a los habitantes de las estancias, los pequeños poblados y los fuertes fronterizos y ofreciéndoles un espacio de sociabilidad e intercambio, aunque no exento de conflicto. Junto con los párrocos y con los militares, los pulperos se convirtieron así en actores destacados en el proceso de ocupación de la campaña.