En esta oportunidad no solo intentaré presentar la imbricada relación que existe entre el examen, la acreditación y la evaluación como categorías de las prácticas educativas; sino que también trataré de visibilizar sus principales diferencias explicitando algunos de sus significados, muchas veces ocultados por las lógicas específicas de la escolarización. A su vez resaltaré algunos de los mecanismos que dotan a la evaluación de un valor intrínseco, a la par que el examen opera como instancia decisiva en la formación de grado.