La modernidad ha propiciado nuevas formas de convivencia social y desarrollo económico entre las sociedades. Ser moderno, urbano, citadino, consumista, capitalista, ha costado el detrimento del espíritu y el cuerpo, en pocas palabras, hemos dejado de ser movimiento sentido y pensado para actuar como masas hipoactivas. El costo de crecer urbanamente buscando el funcionamiento óptimo de la dinámica económica consideró la construcción de ciudades funcionales pero inmovilizantes, se construyeron centros deportivos y se abandono la calle; la vida perdió aprecio por la contemplación y lo importante del SER; los satisfactores devenidos del consumismo se apoderaron del cuerpo en la búsqueda del confort. El cuerpo en tanto modificó su estructura, forma y utilización, dejo de ser herramienta de trabajo y convertirse en masas ideológicas. La presente ponencia reflexiona en la transformación que propicio la modernidad y tecnología al cuerpo. Precisamente en Colima, el diseño urbano está diseñado para no movernos.