Observando el desarrollo del Fútbol a nivel internacional, notamos el esfuerzo que realizan algunos países, por invisibilizar la práctica del mismo en el género femenino. El ejemplo más cercano lo tenemos en nuestro país, Argentina, que oculta el Campeonato Nacional de Primera División de Fútbol Femenino, que se viene realizando hace ya 20 años.
La organización de los Torneos, de diferentes índoles, no están regulados en la lógica de las construcciones "femeninas", es decir, se reproducen modelos masculinos en la organización de los mismos, que se observa en: el uso de la indumentaria en el seleccionado, al intentar comercializarlo como un producto, el uso del léxico en masculino, (preguntar por ¿capitanes?, ¿arqueros? al comenzar un partido femenino), ¡¡pongan huevo!!, taparse los genitales en la barrera, por caso, Pareciera ser que en esta reproducción se garantiza comprender la lógica interna del deporte, por un lado, y ganar un partido, por otro. La organización y logística deben pedir permiso al calendario masculino para llevarse a cabo.
Estas situaciones de reproducción hegemónicamente masculina, se observa en "las marcas del Lenguaje", donde no se respeta una simetría y menos una reciprocidad en el uso de los conceptos, es decir se debe estar siempre aclarando cuando es femenino, mientras que todo lo "otro" es lo masculino. Y en consecuencia al estar aclarando se refuerza la exclusión.
En esta ponencia pretendo dar luz, desde lo cuantitativo, (todo lo que existe pero no se visibiliza en relación a los campeonatos), y lo cualitativo en el uso del lenguaje, verbal escrito.
El Fútbol Femenino es una realidad, lo demuestran Cinco Mundiales de Fútbol, cuatro Juegos Olímpicos, 20 años en A.F.A., más de 40 millones de mujeres en todo el planeta registradas en F.I.F.A., por poner solo algunos ejemplos.