El aparente infantilismo del universo pseudoanimal medieval abreva de las historias naturales y los bestiarios, los cuales conformarán la idea de lo monstruoso en los libros de caballerías. El Palmerín de Olivia [1511] no escapa de esta teratología, pero añade la presencia de lo escatológico caballeresco —en un sentido más amplio del término— cuando los gusanos se transforman, tan pequeños como son, en el enemigo a derrotar para salvar la vida de la Infanta Zerfira.