“Pero ¿cómo es que somos plenamente señores (ὅλως κύριοι) cuando estamos siendo conducidos (ἀγόμεθα)?” Sin proponérselo, Plotino, figura paradigmática del llamado neoplatonismo, expresa en esta pregunta una de las paradojas más intrincadas del pensamiento antiguo, que quizás ni él mismo haya podido resolver de manera acabada.
Se trata del célebre problema –planteado magistralmente por la Stoa– de los alcances de la libertad humana frente a la actividad absoluta y omniabarcadora de lo divino, representada desde los albores de la cultura griega por las figuras del Destino y la Necesidad, y luego también concebida por los filósofos como el entendimiento y el querer propios del primer principio, como Lógos, providencia y orden cósmico.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)