El presente trabajo surge de la consideración del principio de causalidad formal o eminente propuesto por R. Descartes en su Tercera Meditación y, en particular, de la pregunta siguiente: ¿en qué medida el principio de causalidad propuesto allí por Descartes excede el ámbito problemático de la Tercera Meditación y extiende su validez e influencia a otras “zonas” del pensamiento cartesiano? La tesis general que sugerimos en este trabajo es que tal principio de causalidad, si bien surge ligado a una problemática puntual tratada en la Tercera Meditación (la problemática de la salida del solipsismo mediante la prueba de la existencia de Dios) extiende, con todo, su influencia a otros aspectos y problemas de la obra de Descartes. En particular, lo que nos interesa señalar es que la ampliamente advertida problematicidad de la interacción entre el alma y el cuerpo se halla determinada, en gran medida, por la exigencia de semejanza entre la causa y el efecto establecida por aquel principio.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)