Hacia 1972, procurando desembarazarse de la impronta estructuralista que se le adjudicaba, Louis Althusser realizaba una categórica confesión: “Fuimos culpables de una pasión fuerte y comprometedora: fuimos spinozistas.” A fin de desentrañar el sentido de esta afirmación, dedicaremos nuestra exposición a desplegar algunas de las dimensiones posibles de esta “toma de partido” en filosofía. Y como sabemos que no existe un único Spinoza, liso, transparente; asumimos que su obra y su filosofía quedarán atrapadas en el perfil que resulte de la lectura althusseriana. Nuestro trabajo tendrá como horizonte esa doble operación: buscar a Spinoza en Althusser e inevitablemente retratar al Spinoza de Althusser. Si bien cabe señalar que es recién en sus textos tardíos que podemos encontrar alguna explicitación más clara de los objetivos y alcances del recurso a la filosofía de Spinoza, no puede dejar de advertirse que ésta resulta una referencia recurrente en la obra del filósofo marxista y una pieza sumamente importante para dimensionar la magnitud de su apuesta teórica, desde sus comienzos.