Según Jean-Paul Sartre en L’etre et le néant, las relaciones intersubjetivas se caracterizan por ser una lucha de dominación en aras de una fundamentación de la subjetividad. Puesto que la libertad ajena es la única con el poder de trascender otra libertad y fundarla, comienza así una lucha incesante, en donde cada subjetividad se defiende de la mirada asediante de otra. No obstante, el placer erótico parece ser el paradigma de fenómenos intersubjetivos por los cuales la subjetividad desea ser objetivada. George Bataille asevera que paralelamente al deseo de trasgresión existe un menester de interdicción, que posibilita el placer mismo. De este modo hay asimismo en el individuo una inclinación hacía un ser-pasivo, un ser-objetivo, un ser-prohibido, un serencarnado.
El cuerpo, y así también lo considero en parte Sartre, es el punto de convergencia en el cual el modo subjetivo de trasgresión y el modo objetivo de prohibición se dan cita.