La correspondencia que precedió a las conferencias de Cambridge de 1898 refleja no sólo la amistad que unía a James y Peirce sino también las divergencias que marcaban sus senderos filosóficos. Así, en tanto James exhorta a Peirce para que en el curso de las conferencias se aleje de las cuestiones de la lógica formal como le había propuesto para enfocarse más bien en cuestiones “de carácter vitalmente importantes,” éste le responde que su filosofía y toda filosofía que merezca atención reposa enteramente sobre la teoría de la lógica. Las diferentes orientaciones filosóficas que estos comentarios reflejan guían sus versiones del pragmatismo y están en la base de la lectura peirceana del pragmatismo de James. En particular, esta discrepancia fundamental en cuanto a los fines del pragmatismo puede ayudarnos a entender el vínculo que Peirce establece, y James explícitamente niega, entre pragmatismo y empirismo radical. Si, como espero mostrar en este trabajo, Peirce asoció la doctrina pragmatista con el empirismo radical de James, calificándose a sí mismo como “pragmatista o empirista radical,” e incluso señalando la afinidad de ambas doctrinas entre sí es porque encuentra elementos comunes entre su forma de entender el pragmatismo y el empirismo radical.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)