Señala Hannah Arendt que existe una tendencia, en los medios académicos y en los políticos, a asociar el poder con la violencia. La confusión tendría su origen en la convicción muy arraigada respecto de que la cuestión política más importante consiste en responder la pregunta: “¿quién manda a quién?” Esta declaración implica que, en la reducción de los asuntos públicos a la cuestión del dominio, se ponen en juego interpelaciones identitarias.
Por tal motivo, en el presente trabajo nos interesa mostrar que, en el periplo que recorren los múltiples modos de ejercicio del poder, la cuestión de la identidad es el punto de cuya modulación dependen las asociaciones o segregaciones ejercidas entre la política y el dominio. Si la identidad es percibida como un campo en el que se llevan a cabo las distribuciones de poder y de violencia, nos parece relevante mostrar que existe una correlación entre las distintas interpelaciones y las posiciones asumidas respecto de la política y su negación.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)